Opinió
Tribuna

Fachas sin fronteras

«Hoy no hay fronteras para los promotores del odio. El objetivo es vandalizar democracias aquí y allá con mañas de criptoestafadores»

Jonathan Martinez
27 de febrer de 2025, 19:00
Actualitzat: 19:22h

El otro día, Gerardo Pisarello acudió a la Fiscalía española para pedir que se investigue el fraude de $LIBRA, ya se sabe, la estafa de criptomonedas que salpica a Javier Milei y al Gobierno argentino. Uno podría pensar que Pisarello, criado en Tucumán, ha decidido internacionalizar el escándalo y llevar la controversia desde Buenos Aires hasta los juzgados europeos. Las cosas son en realidad mucho más simples. Resulta que algunos de los criptofulanos que vendieron la moto especuladora podrían haber promovido el desfalco desde sus guaridas catalanas.

Pisarello se refiere a Hayden Mark Davis, criptobro y CEO de Kelsier Ventures, cuyas aventuras oscilan entre Texas y Girona. El niñato tiene a toda la familia en el ajo. De hecho, fue su padre quien decidió probar fortuna en tierras catalanas después de haber pasado un año en el trullo por un chanchullo de otra índole. Hasta se volvió religioso el bueno de Thomas Davis. Su retoño, Hayden Mark, no habla catalán ni castellano pero le echa un cable su colega Arturo Osete. La derivada barcelonesa.

Si algo hemos aprendido en los últimos años es que los nuevos populismos derechistas juegan al patriotismo fanático pero mantienen sólidos vínculos internacionales. Piden fronteras para los pobres pero sus capitales desconocen las aduanas. Donald Trump promete mano dura contra los extranjeros pero se casó con una inmigrante yugoslava. Su mascota, Elon Musk, es un inmigrante sudafricano. Los ultras de AfD repudian el matrimonio homosexual y piden deportar migrantes de Alemania pero su líder, Alice Weidel, está casada con una esrilanquesa y vive como migrante en Suiza.

No es fácil ser facha en estos tiempos globalizados. Se notan demasiado las costuras. Pensemos en el propio Milei, que antes de ser presidente lanzaba vómitos verbales contra los chinos —por comunistas— y unos meses después cubría de halagos a Xi Jinping y lo abrazaba como socio comercial. Xenófobos a media jornada. De la misma ridícula calaña es Santiago Abascal —Sandiego Obescal—, que acude a Washington para rendir pleitesía a Trump mientras la Casa Blanca estrecha los aranceles contra los productos españoles. Cómo será la cosa que hasta la fundación FAES de Aznar los ha puesto a caer de un burro.

Pobre Aliança Catalana, por cierto, que se plantó en Berlín para compartir aplausos electorales con Jorge Buxadé. Era difícil saber quién era quién en medio de la euforia turbonazi, los mismos discursos en retromarcha, la misma épica de todo a cien. Parece que fue ayer cuando los rebaños de Vox gritaban “A por ellos” y jaleaban a los piolines del 1-O para que rompieran crismas independentistas. Hoy no hay fronteras para los promotores del odio. El objetivo es vandalizar democracias aquí y allá con mañas de criptoestafadores. Las banderas son un pretexto. Nuestras vidas son el único objetivo.

Nascut a Bilbao (1982), soc investigador en Comunicació Audiovisual. Col·laboro en diversos mitjans com Naiz, Ctxt, Kamchatka, Catalunya Ràdio, ETB i TV3.

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