Opinió
Tribuna

Von der Leyen, la funambulista

«Von der Leyen juega a los equilibrismos mientras el PP Europeo se asoma a los acantilados ultras de Netanyahu, Abascal y Meloni. Qué dura es la vida de los moderados»

Jonathan Martinez
18 de juliol del 2024
Actualitzat a les 19:24h

Igual que en los circos, existe en los parlamentos una raza de político funambulista que camina sobre la cuerda floja, redoble de tambores, y trata de situarse siempre en el justo medio de todas las cosas. No hay líder respetable que no practique a su manera el fetichismo del centro. Recordad a Adolfo Suárez, que hasta tiene un aeropuerto a su nombre. Era el jefazo del Movimiento Nacional y de un día para otro, tachán, pasó a encabezar la Unión de Centro Democrático. El franquismo, como es sabido, no era de izquierdas ni de derechas, sino todo lo contrario.

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La confusión, el desatino, tiene su pecado original en la Antigua Grecia. Resulta que Aristóteles defendía la medianía moral, el carril del medio, el saber estar entre el exceso y el defecto. El que come poco se muere de hambre. El que se atiborra lo paga en salud. Los políticos, que son muy espabilados, encontraron aquí una trampa discursiva de primera división. Es suficiente que existan izquierdas y derechas para que uno pueda reclamar la centralidad sin que nadie le exija mayores credenciales. El efecto Suárez.

Ahora vemos a Ursula von der Leyen en el Parlamento Europeo y nos la imaginamos vestida de la diosa romana Justicia, balanza en mano, reclamando el bastión de la centralidad contra los exaltados populistas de izquierda y derecha. Roland Barthes explicaba que los conservadores juegan a equiparar a sus contrarios con el fin de rechazarlos a ambos. Lo llamaba “ninismo”: ni los unos ni los otros. Cuando es incómodo elegir, basta quitar la razón a las dos partes.

Así, la derecha tradicional quita hierro al ascenso de los neofascismos tratando de atribuir un pecado de radicalidad a las izquierdas que se limitan a defender el pacifismo o los servicios sociales. Feijóo, por ejemplo, pide que el centro político francés repela a “los extremistas”. Y es que el Nuevo Frente Popular plantea un programa de subidas salariales, vivienda social, reducción de la edad de jubilación y fomento de la escuela pública. Los muy radicales.

Durante la campaña electoral europea, Ursula von der Leyen tendía la mano a Giorgia Meloni entre elogios agradecidos. Feijóo se sumaba al festín y apuntaba que Hermanos de Italia no es un partido homologable a la extrema derecha. Unos días después, el digital Fanpage difundía una investigación con cámara oculta donde vemos que las juventudes melonianas celebran sus cónclaves entre saludos a la romana y loas a Hitler y a Mussolini.

Basta una ojeada fugaz al Parlamento Europeo para desmontar la matraca de la polarización y los extremos que se tocan. El eje discursivo está tan escorado hacia la derecha que cualquier solución distributiva, por tibia que sea, deberá cargar de antemano con un falso sambenito de radicalidad. Von der Leyen juega ahora a los equilibrismos mientras el Partido Popular Europeo se asoma a los acantilados ultras de Netanyahu, Abascal y Meloni. Qué dura es la vida de los moderados.

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Nascut a Bilbao (1982), soc investigador en Comunicació Audiovisual. Col·laboro en diversos mitjans com Naiz, Ctxt, Kamchatka, Catalunya Ràdio, ETB i TV3.

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