Opinió
Tribuna

La cuerda del ahorcado

«Cuando se recorta lo público, las armas terminan sacudiendo con más saña a los ciudadanos cabreados que a los invisibles ejércitos extranjeros»

Jonathan Martinez
13 de març de 2025, 19:00
Jonathan Martínez
Jonathan Martínez

Decía Groucho Marx que la televisión le parecía muy educativa porque cada vez que alguien la encendía, él se marchaba a leer un libro. Sin quitarle ningún mérito a la lectura, hay que reconocer que la televisión también instruye. Basta prestar atención a algunas cadenas privadas para saber qué quieren de nosotros los dueños de todos los capitales. A veces les da por demonizar a los migrantes: es porque necesitan abaratar la mano de obra extranjera. Otras veces les da por los okupas: hay que proteger los dividendos del rentismo y legitimar las empresas de matones a domicilio. Ahora les ha dado por el armamento. Que vienen los rusos. Y bueno. Canta a la legua.

Y es que no hay grandes adhesiones sin grandes enemigos. El miedo afila el cuchillo que van a clavarnos. Pero antes de robarnos la guita por asalto con arma blanca, deben llenar los platós de bustos parlantes que hablan todo el rato de peligros invisibles, amenazas sin relevancia estadística que terminan sirviendo como pretexto para justificar lo injustificable. El objetivo final, no hay novedad, es amputar las libertades individuales y colectivas, saquear las arcas públicas, menguar la sanidad y la educación, fulminar las prestaciones sociales, depauperarnos, apocarnos.

El rearme de Ursula von der Leyen se parece demasiado a las políticas de austeridad que impuso la Troika hace ahora quince años. Una vez más, los poderes económicos quieren pasarnos la factura de una crisis geopolítica que ellos mismos han promovido. Los consensos de guerra se nutren del pánico de masas que instigan las televisiones. Y todo aquel que ponga objeciones será increpado por algún tertuliano analfabeto. Amigo de Putin. Amigo de los okupas. Si tanto te gustan los migrantes, ¿por qué no los metes en tu casa?

Si tanto te gusta la guerra, ¿por qué no acudes tu mismo al frente de Kursk y te bates el cobre con los soldados rusos en vez de dar la turra al respetable? Si tanto te gustan las armas, ¿por qué no las pagas de tu bolsillo en lugar de abocarnos a los recortes y las privatizaciones? Porque ese es el plan de la Unión Europea, que nada tiene que ver con defendernos, sino con atacar nuestros mermados servicios públicos y empobrecer a las clases populares. ¿De dónde van a salir los 800.000 millones de euros que ahora nos reclaman?

Pedro Sánchez insiste en apretar el gasto militar a la vez que promete dejar intactas las partidas sociales. Ayer, en Helsinki, el primer ministro de Finlandia le propinó una cura de realidad. “Hemos tenido que recortar el gasto público de forma dramática”, dice Petteri Orpo. Los tiempos de la austeridad nos traen otra enseñanza: cuando se recorta lo público, las armas terminan sacudiendo con más saña a los ciudadanos cabreados que a los invisibles ejércitos extranjeros. Ese es el propósito de los rearmadores: vendernos la cuerda con la que vamos a ser ahorcados.

Nascut a Bilbao (1982), soc investigador en Comunicació Audiovisual. Col·laboro en diversos mitjans com Naiz, Ctxt, Kamchatka, Catalunya Ràdio, ETB i TV3.

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