Opinió
Tribuna

Singularidad

«No hacen falta grandes divagaciones para entender que el independentismo creció a lomos de un Estatut cepillado, humillado y desprovisto de soberanía financiera»

Jonathan Martinez
20 de juny del 2024

El otro día tuvimos a Josep Rull en Radio Euskadi y lo escuchamos hablar con la prudencia de un presidente del Parlament pero también con las palabras de Junts y con el deseo de que Carles Puigdemont regrese pronto a casa por la puerta más grande. Como estábamos en las ondas vascas, Rull manifestó su afinidad ideológica con el PNV y agradeció la solidaridad antirrepresiva de EH Bildu. Pero en tierras catalanas, la vasquidad trae a la memoria muchos otros cabos. Pongamos, por ejemplo, el Concierto Económico y las encarnizadas broncas sobre el reparto de la pasta.

[Llegeix aquí l'article en català de Jonathan Martínez]

Ahora que Salvador Illa deshoja la margarita y pone ojitos a ERC y a los comunes, estalla como una granada oxidada la turra cíclica de la financiación autonómica. En una entrevista con La Vanguardia, Sánchez aseguraba que es posible reconocer la singularidad catalana sin despertar nuevos agravios en otros territorios. Los agravios, sin embargo, se despertaron en las filas de Junts. Como el asunto de los dineros es un viejo compromiso firmado con ERC, cualquiera podría sospechar que el PSOE está poniendo un precio a la investidura de Illa.

Tanto Miriam Nogueras como Jordi Turull y Josep Rull han invertido el foco del debate. Hablemos de financiación, sí, pero no para que Illa empiece a ser el presidente de Catalunya sino para que Sánchez siga siendo el presidente de España. Al fin y al cabo, el PSOE se mantiene en La Moncloa gracias a un prodigioso equilibrio multipartito. La estructura institucional depende de fundamentos tan precarios que siempre da la sensación de estar a punto de estallar por los aires. Y la gente de a pie, quizá más que nadie, se echa a temblar pensando en nuevas elecciones.

El caso es que venimos ya de un largo cansancio. Si no me falla la hemeroteca, el Estatut de 2006 ya incorporaba la competencia tributaria y el diálogo financiero con el Estado. El refrendo popular fue aplastante. Casi tan aplastante como el Tribunal Constitucional, que llenó de tachones el texto y dijo que con la hucha no se juega. Después llegó la manifestación del 10J y el lema “Som una nació. Nosaltres decidim”. Y después fue aquella Diada de “Catalunya, nou estat d'Europa”. No hacen falta grandes divagaciones para entender que el independentismo creció a lomos de un Estatut cepillado, humillado y desprovisto de soberanía financiera.

Es posible iluminar el debate de la singularidad desde distintos ángulos. Se puede decir, por ejemplo, que Sánchez ha incurrido en una torpeza táctica. Se puede decir, también, que se ha situado el marco mental en el terreno de los agravios interautonómicos cuando la realidad es que la financiación propia comporta más riesgos que privilegios. También es posible decir, por cierto, que el asunto llega tarde y desconectado de las demandas sociales. Imaginad la pancarta en el Passeig de Gràcia: “Som una singularitat. Nosaltres decidim”. Imaginad la Diada: “Catalunya, nova singularitat d'Europa”. No ha ocurrido ni ocurrirá. Los eufemismos tienen la mecha muy corta.

Nascut a Bilbao (1982), soc investigador en Comunicació Audiovisual. Col·laboro en diversos mitjans com Naiz, Ctxt, Kamchatka, Catalunya Ràdio, ETB i TV3.

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