Opinió
Tribuna

Internet ha muerto, viva internet

«Si nos van a dominar los bots, ya solo pido que compongan buenas canciones y escriban buenas novelas. Y que hagan buen periodismo, que la cosa está muy mala»

Jonathan Martinez
23 de maig del 2024

El pasado mes de enero, tras recibir el premio Akutagawa, la escritora japonesa Rie Kudan hizo una confesión que sonó como una bomba termobárica. Resulta que algunas frases de su última novela fueron generadas por ChatGPT. Kudan defendió las virtudes de la Inteligencia Artificial y explicó que sus conversaciones con el chatbot sirvieron de inspiración para los diálogos de su obra. De hecho, la novela habla de una sociedad gobernada por cerebros cibernéticos. Todas las explicaciones, sin embargo, se quedaron pequeñas en medio de la controversia. Si la literatura no ha muerto, dirá alguno, poco le queda.

[Llegeix aquí l'article en català de Jonathan Martínez]

A decir verdad, la tensión entre creación y tecnología es tan longeva que cuesta poco encontrar ejemplos. El compositor Heinrich Köselitz explicaba que la prosa de Nietzsche se había vuelto sintética desde que empezó a escribir a máquina. Ambos coincidían en una idea: los instrumentos que utilizamos para la creación moldean la creación misma. Más polémica fue la evolución de Bob Dylan, que abandonó los dominios del folk para abrazar las guitarras eléctricas. En 1965, durante un concierto en el festival de Newport, se comió la primera dosis de abucheos. Después fueron el pan de cada día.

Alguien objetará, con razón, que no es lo mismo debatir sobre la incidencia del autotune en la música popular que espantarse ante una IA de posibilidades avasalladoras. Hace unos días, una estudiante de Periodismo me preguntaban cuáles son las ansiedades que asaltan a los profesionales de la información ante la perspectiva de que las tecnologías puedan poner la puntilla al oficio. Los peores presagios aún suenan como una amenaza abstracta y lejana. Pero la IA se está abriendo paso a marchas forzadas.

Hace años, en los foros más abismales de Internet, surgió una teoría de la conspiración que constataba el fin de la red. Internet ha muerto, amigas. Los conspiracionistas creen que la mayor parte del contenido digital está generado por bots e inteligencia artificial. Las grandes corporaciones controlan el pensamiento público, el CGI es ya más la norma que la excepción y los algoritmos han hecho prescindible la intervención humana. Todo esto, claro está, siempre fue tomado a chufla porque sonaba a chaladura terraplanista. Lo que pasa es que la informática ha dado pasos de gigante y ya no lo vemos todo tan claro.

El mes pasado, la firma de ciberseguridad Imperva presentaba un informe de conclusiones inquietantes. Dicen las estadísticas que solo la mitad del tráfico de internet corresponde a la actividad humana. Los bots, añaden fuentes de la empresa, muy pronto se volverán omnipresentes. Hace tiempo que cunde esa sensación en las redes sociales y a menudo uno no sabe si se ha enzarzado en una disputa dialéctica con una señora de Olot o con un cíborg programado en un laboratorio de Delaware. Si nos van a dominar los bots, ya solo pido que compongan buenas canciones y escriban buenas novelas. Y que hagan buen periodismo, que la cosa está muy mala.

Nascut a Bilbao (1982), soc investigador en Comunicació Audiovisual. Col·laboro en diversos mitjans com Naiz, Ctxt, Kamchatka, Catalunya Ràdio, ETB i TV3.

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